NOVENA DEL PERPETUO SOCORRO
5to DÍA
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Virgen Santísima, socorro perpetuo de las almas que se acogen a tu amor maternal: dígnate pedir por mí a tu santísimo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, para que le sean agradables todos mis pensamientos, palabras y acciones de este día y toda mi vida.
Acepta, ¡Oh tierna madre mía! el corto obsequio que te ofrezco en esta Novena, y alcánzame el favor que en ella te pido, si conviene para mayor gloria suya, honra tuya y bien de mi alma. Amén.
DÍA QUINTO
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro defiende a sus devotos en las tentaciones.
La vida del cristiano sobre la tierra es una lucha constante. Rodeados estamos de enemigos por doquiera; de enemigos de todas clases, que se conjuran contra nosotros, maquinando nuestra perdición y ruina; ¿quién nos defenderá en medio de tantos peligros? La que continuamente vela por sus hijos: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que por sí sola es más terrible que un ejército puesto en orden de batalla; la que es torre de David, fortaleza inexpugnable, de la cual penden mil escudos, armadura de los fuertes, y al mismo tiempo Madre nuestra; Madre tan tierna y amorosa, que más desea Ella concedernos su socorro, que nosotros alcanzarlo.
Oración
¡Oh María! Si he tenido la desgracia de pecar, yo mismo he sido el autor de esta desgracia. ¡Ah! Si yo te hubiera invocado, Tú hubieras acudido en mi socorro y yo no hubiera caído. Haz, Madre mía, que en la hora del peligro me acuerde de ti y te invoque diciendo: ¡Madre mía, socórreme! Así saldré con la victoria.
Rezar 3 Avemarías.
Oración final para todos los días
¡Oh María! Ya que para inspirarme confianza, te quisiste llamar Madre del Perpetuo Socorro, yo, aunque indigno de ser inscrito en el afortunado número de tus siervos, deseando no obstante participar de los benéficos efectos de tu Misericordia, postrado ante tu trono te consagro mi entendimiento, para que piense siempre en el amor que mereces; te consagro mi lengua, para que ensalce tus grandes prerrogativas y propague tu devoción; te consagro mi corazón, para que después de Dios, te ame sobre todas las cosas.
Recíbeme ¡oh Gran Reina!, en el venturoso número de tus siervos; acógeme bajo tu protección; socórreme en todas mis necesidades espirituales y temporales, especialmente en el peligroso trance de mi agonía. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Sé que me amas más de lo que yo puedo amarme a mí mismo; por eso, te constituyo Señora y Árbitro de mis intereses y de todas mis cosas. Dispón, pues, libremente de mí y de cuanto me pertenece conforme te agrade.
Bendíceme, ¡oh Madre mía!, y con tu poderosa intercesión fortalece mi flaqueza, a fin de que, sirviéndote fielmente en esta vida, pueda alabarte, amarte y darte gracias en la otra eternamente. Amén.
Invocación Final
¡Oh Madre, Madre del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros!
Seas amada, seas alabada, seas invocada, seas eternamente bendita, ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi vida. Amén.